(357 palabras) A.P. Chéjov cambió para siempre todo el drama doméstico, estableciéndole un nuevo estándar de calidad. En sus obras, se acercó a la reproducción exacta de la vida real. Sus personajes no se dividen en negativos y positivos, su acción carece de pretensiones y expresividad. Incluso el conflicto principal y la idea están ocultos para el espectador, lo que lo obliga a analizar cuidadosamente lo que vio, evaluando lo que está sucediendo desde diferentes puntos de vista. Podemos ver un claro ejemplo del conflicto de Chekhov en la obra "The Cherry Orchard".
A primera vista, todo parece obvio. Ante nosotros hay representantes de la nobleza, Lyubov Ranevskaya y Leonid Gaev, mimados, divorciados de los soñadores de la vida real, interesados solo en su propio bienestar. Por otro lado, vemos a Yermolai Lopakhin, un emprendedor progresista honesto, razonable y ejecutivo, que se eleva desde abajo. Parece que el conflicto es comprensible. Un comerciante con visión de futuro contra los propietarios parásitos atascado en el pasado. Pero Chéjov no puede darse el lujo de mirar esta situación de manera unilateral. El escritor revela imágenes de nobles que resultan ser personas amables y sensuales con un alma sutil. Su culpa radica solo en el hecho de que nacieron demasiado tarde, encontrándose en un mundo donde los ideales que los inspiraron desde la primera infancia eran obsoletos. Parecen ridículos y miserables ante el Lopakhin racional, llevan el espíritu de una verdadera aristocracia noble, mientras que el propio Yermolay Alekseevich, descendiente de un campesino, no puede deshacerse de las cadenas de la esclavitud centenaria y sentirse como una persona de pleno derecho. Los personajes se comunican entre sí en igualdad de condiciones, notando tanto las deficiencias como los méritos de cada uno. Por lo tanto, Ranevskaya, Gaev y Lopakhin no están en conflicto entre sí, sino con la era en la que viven, con el curso de la historia, que los convirtió en lo que son. Lyubov y Leonid, tratando de salvar su patrimonio, entran en una batalla desesperada con el futuro para proteger su pasado feliz, y Lopakhin, por el contrario, compra el patrimonio con el objetivo de destruirlo, trata de derrotar a su pedigrí de esclavos para avanzar con confianza hacia el futuro. Pero en esta guerra todos fracasan, Lopakhin compra una casa, pero el propio empresario progresista, habiéndose convertido en el dueño de la situación, tiene miedo de admitir sus sentimientos ante la hija adoptiva de Ranevskaya, Vara, al darse cuenta de que nunca podrá sentirse igual a ella.
En esta obra, Chéjov reflejó todas las contradicciones de su tiempo, cuando Rusia, al encontrarse en la encrucijada de la historia, se buscó desesperadamente, dividida entre un pasado familiar pero irreversible y un futuro poco claro y preocupante.